¿ACEPTAMOS A LOS NIÑOS?

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Queremos a nuestros hijos siempre, de eso no hay duda, pero, ¿los aceptamos siempre? Creo que no.

Hace unas semanas estando en la playa, escuché en varias ocasiones a una madre decirle a su hijo “de verdad, es que no te aguanto”. Y parece ser que esa frase venía de familia porque la que supongo sería la abuela, también le dijo varias veces” no hay quien te aguante chiquillo”. Y esto me hizo preguntarme qué es lo que está pasando para que cada vez “aguantemos” menos a los niños. Y algo más llamativo, ¿nos aguantan ellos a nosotros?

Quien dice “aguantar” dice “llevar”, “soportar”, “tolerar”, “aceptar”…llamarlo como queráis, creo que se entiende a lo que me refiero.

Yo lo voy a llamar aceptar. Aceptar el comportamiento de nuestros hijos, su conducta, lo que hacen, lo que dicen. Y sobre todo el cómo lo hacen o cómo lo dicen. Os animo a que os preguntéis: ¿Qué es lo que más me cuesta aguantar-tolerar-aceptar de mi hijo? ¿Qué es aquello que me pone de los nervios y no me gusta nada que haga? Seguramente os vendrán a la cabeza muchas cosas, unas más importantes que otras, está claro.

Y ahora paraos a pensar cómo actuáis ante esa situación. ¿Creéis que a vuestro hijo le gusta vuestro comportamiento ante esa situación? Seguramente NO.  Por tanto, ¿qué es lo que ocurre? Él hace algo que a mí no me gusta y yo reacciono de una manera que a él no le gusta y, en muchas ocasiones, a mi tampoco. ¿Qué falla aquí? La comunicación.

Y una muy buena forma de empezar a comunicarnos bien con nuestros hijos es EMPATIZAR con ellos. Os pongo un ejemplo muy claro.

Mamá: ¡hijo ven!

Hijo: espera mami que estoy jugando.

Mamá: ¡¡no!! , ¡¡ven ya!!

Hijo: ¡¡espera mami!!

Mamá: ¡¡he dicho que vengas ya!!

Y ahora desde otro punto de vista

Hijo: ¡mamá ven!

Mamá: espera

Hijo: ¡mamá ven!

Mamá: ¡¡he dicho que te esperes!!

¿Qué hacemos a menudo? Llamamos a nuestros hijos y pretendemos que estén aquí antes de terminar la frase, pero cuando ellos nos llaman y estamos haciendo algo (desde nuestro punto de vista necesario o importante, desde el suyo algo banal y sin importancia) les hacemos esperar el tiempo que nosotros consideramos oportuno.

Alguna madre me ha dicho en alguna ocasión que los niños tienen que hacer lo que nosotros les digamos sin más. Y bueno, a veces claro que tiene que ser así, no le vas a dejar a tu hijo que se suba a una ventana a asomarse desde un sexto piso porque quiere ver las vistas. En ese momento lo apartas. Pero si no le explicas al niño por qué no se tiene que subir a la ventana, difícilmente lo va a aprender. A la larga lo aprenderá, pero en ese momento no.

Pero, ¿por qué creéis que no “aguantamos” su comportamiento en tantas ocasiones? Pues porque, a pesar, de que cada vez hay más cosas para niños: guarderías, escuelas infantiles, campamentos, cole de verano, hasta menú infantil….cada vez estamos más cansados para estar con ellos. Cada vez hay más cosas para niños y la mayoría son para que estén SIN los papás. Y cuanto más tiempo pasan los niños sin nosotros, más nos necesitan y como ese tiempo estamos “cansándonos”,  cuando estamos con ellos, muchas veces, no aguantamos el COMPORTAMIENTO NORMAL de un niño; que grite, salte, corra, se mueva por todas partes, pregunte, baile, llore, patalee…

Vivimos en un mundo que prepara el ambiente para los niños pero que no prepara a los padres para los niños.

Por eso no nos entendemos, por eso no nos comunicamos de manera correcta. Y culpamos, la mayoría de las veces, a los niños por ser eso, niños, cuando la responsabilidad SIEMPRE es nuestra. Nosotros debemos enseñarles, ayudarles y sobretodo RESPETARLES para que aprendan a respetar ellos mismos. De ahí, que debamos respetar su comportamiento normal como niños. Debemos dejar que actúen como lo que son y desde ahí, desde la empatía y la comprensión, comunicarnos con ellos y ayudarles a que lleguen a ser grandes adultos. Cuando les llegue el momento, no ahora. Ahora dejémosles ser niños, con todo lo que ello conlleva, tanto para ellos como para nosotros.  

                                    

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