LLEGA UN HERMANO, COMO GESTIONAR LOS CELOS
¿Cómo te sentirías si llegara un desconocido a tú casa y te
sacara de tú habitación, acaparara, a punta de llanto, la atención de las
personas que más quieres, recibiera un montón de visitas y regalos (y tú no), durmiera
todo el día, y te pidieran que no hicieses ruido para no molestarlo?
¿Te sentirías bien? No, ¿verdad? Pues esta puede ser, precisamente, la sensación de un niño cuando llega un nuevo bebé a casa.
Muchos niños, cuando tienen un hermano, sienten que ya no son todo para sus padres y ni siquiera saben el lugar que ocupan ahora en casa o con su familia. Por ejemplo, antes mamá jugaba conmigo mientras me bañaba y papá me leía dos cuentos antes de que me durmiese con mamá. Los tres íbamos juntos por las tardes al parque o jugábamos a la pelota mientras se hacía la hora de cenar. Y de pronto, me tengo que bañar en cinco minutos, ya solo leemos un cuento y rápido porque hay que dormir al hermano. No vamos al parque porque hace frío y el bebé es muy pequeño. Y lo peor de todo, mamá ahora duerme con el bebé…
¿Te sentirías bien? No, ¿verdad? Pues esta puede ser, precisamente, la sensación de un niño cuando llega un nuevo bebé a casa.
Muchos niños, cuando tienen un hermano, sienten que ya no son todo para sus padres y ni siquiera saben el lugar que ocupan ahora en casa o con su familia. Por ejemplo, antes mamá jugaba conmigo mientras me bañaba y papá me leía dos cuentos antes de que me durmiese con mamá. Los tres íbamos juntos por las tardes al parque o jugábamos a la pelota mientras se hacía la hora de cenar. Y de pronto, me tengo que bañar en cinco minutos, ya solo leemos un cuento y rápido porque hay que dormir al hermano. No vamos al parque porque hace frío y el bebé es muy pequeño. Y lo peor de todo, mamá ahora duerme con el bebé…
Uno de los mayores miedos de los niños cuando llega un hermano a casa, es perder el cariño de sus padres, y es de ahí, de donde vienen los celos. En muchas situaciones los hijos mayores presentan retrocesos, por ejemplo, mojan la cama cuando ya lo tenían controlado, no quieren comer, quieren dormir con los papás a pesar de que ya dormían solos en su habitación, tienen “rabietas”, no quieren ir al cole, tienen comportamientos inadecuados en casa, que antes no tenían, o con el bebé, etc. La forma en que los padres manejan los celos es clave para ayudar a que la relación entre los hermanos empiece y continúe bien y sobretodo será muy importante a la hora de ayudar al “hijo mayor” a sentir que no ha perdido su lugar en casa. Porque, tal y como una vez me dijeron, en realidad, no es que tengas un hijo mayor y uno pequeño, tienes dos hijos pequeños, solo que uno más pequeño que el otro.
¿Qué podemos hacer
para que los celos no se den de manera exagerada?
Os preguntareis que por qué no os digo directamente qué hacer para que los celos no se den. Pues porque eso prácticamente es imposible. Los celos, de una manera u otra, antes o después, se van a dar, es algo totalmente normal. Lo que sí que podemos hacer es que no se den de manera intensa y patológica. Aquí unas pautas para ello:
- Es muy importante que hagamos al hermano mayor participe en lo referente al bebé, por ejemplo, en la preparación de sus cosas, acompañaros a alguna ecografía, en la elección del nombre o a la hora de dar la noticia al resto de la familia.
- Si todavía duerme en la
habitación de los padres y, con la llegada del bebé, queremos cambiarlo a
su habitación, es muy importante hacerlo con bastante antelación para no
crea que el bebé le ha quitado su sitio. Si no lo queréis cambiar de
habitación, debéis saber que no se recomienda que duerman en la misma cama
por el riesgo de muerte súbita del lactante.
- Si aún toma pecho, también
es el momento de decidir si quiero amamantar a ambos o es hora de dejar la
lactancia. También sería bueno dejarlo con antelación para que no crea que
el hermano le ha “quitado la teta”.
- Hay que prepararlo para el
momento en que los papás se van al hospital y no van a estar con él.
Hablar con él las veces que sea necesario sobre este tema: con quién se va
a quedar, dónde va a estar y donde estarán ellos, que podrá ir a
visitarlos si así lo desea, que cuando vuelvan a casa ya vendrá el bebé
con ellos… Y sobre todo, hay que hacerle sentir que, a pesar de todos los
cambios que se avecinan, lo vamos a seguir queriendo igual.
- Hablar con la familia
sobre el tema y recordarles que el hijo mayor (y la mamá, de paso sea
dicho) va a necesitar más atención que el bebé.
Y, ¿cómo hacemos para evitar algunas de las manifestaciones
más desagradables de los celos y así evitar que nuestro hijo sufra? Pues la
respuesta es muy fácil, pero a veces cuesta mucho ponerla en práctica: dándole
toda la atención que necesita o, al menos, toda la que podamos.
Muchas veces he
escuchado decir que no se debe hacer caso a los celos del niño, que ya se le
pasarán, o que, si les hacemos caso reforzaremos esa conducta y no se le
pasarán nunca. Pero esto es totalmente
erróneo. Un niño no decide cuando sentir o no sentir celos. De hecho, si
eso se eligiese, estoy totalmente segura, de que elegiría no tenerlos, porque
es algo que le hace sentir mal, y nadie quiere sentirse mal. Por eso es muy
importante atender al niño que muestra celos, hay que atender el sentimiento
que está detrás de los celos. ¿Cómo lo hacemos? Pues como ya he dicho,
prestándole la atención que necesita. Por ejemplo:
- Respetando, en la medida
de lo posible, las rutinas que mantenía antes de la llegada del bebé.
- Pasando tiempo a solas con
él.
- Respetando sus tiempos
para adaptarse a la nueva situación.
- No dar por sentado que la
madre se tiene que dedicar al recién llegado y el papá al mayor. La mamá
también tiene que pasar tiempo con él.
- Dándole mucho cariño:
besos, abrazos, mimos. No confundir este cariño, el que de verdad llena, con
la compra de regalos para que “sienta” que lo queremos.
- Hablar con él, conectar y
hacerle ver que entendemos sus sentimientos.
Y recordar, los niños
necesitan algo muy importante: TIEMPO. Pero no uno cualquiera. EL NUESTRO.
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